13/8/09

ORQUIDEAS DE COLOMBIA



El origen de las orquídeas se remonta a una leyenda de la mitología griega, en la cual Orchis, hijo de una ninfa y un sátiro, durante las festividades en honor del dios Baco, bebió en exceso y, en estado de ebriedad, cometió un pecado imperdonable: hizo el amor a un sacerdotisa. Esa acción le valió el castigo de los dioses y la muerte.
Llenos de dolor, sus padres suplicaron a los dioses que le devolvieran la vida a su hijo; éstos accedieron a condición de que Orchis en su vida futura proporcionara satisfacción a los hombres. Así fue como Orchis terminó transformado en orquídea y por lo tanto, los antiguos griegos le atribuían a las orquídeas los poderes eróticos del difunto Orchis y se las comían. Científicamente hablando, esta bella flor se originó hace más de 60 millones de años en las zonas templadas de Asia y América del Norte, sitios en los que antes había bosques subtropicales o templados calientes. Cuando el océano se puso frío, la mayoría de las orquídeas han sido una de las plantas más admiradas y apreciadas desde hace muchos siglos por diferentes civilizaciones. Se sabe que los chinos tiempo antes de Cristo, cultivaron algunas especies del género Cymbidium y que en el México Prehispánico se conocía y cultivaba desde el reinado Azteca de Itzcoatl (1427 - 1440). Además durante los reinados de Moctezuma Ilhuicamina (1440 - 1482) se usó la orquídea como pago de tributos.

Durante el siglo XVI las orquídeas eran llevadas de América a Europa por los marinos. En ese entonces, los comerciantes de orquídeas pagaban para que algunos hombres dañaran con sus orines las otras matas y de este modo preservaban la belleza única de las que ellos habían recolectado. A partir de 1830 fueron enviados al trópico, hombres preparados para recolectar esta flor.

Durante la época de los 50, los cultivadores europeos enviaron al trópico un verdadero batallón de recolectores, los cuales eran brutalmente despiadados y tomaban todas las plantas peculiares que encontraban y, para mantener su carácter singular, destruían las que quedaban sin importarles el daño que fuese, quemando bosques y plantas.

La edad de oro de la caza de orquídeas llegó a su fin con la Primera Guerra Mundial. Poco después de acabar la guerra, un científico americano, Lewis Knudson, descubre la forma de hacer crecer las plantas, a partir de semillas, en frascos estériles de jalea, lo cual demostró que las matas crecían en cautiverio.

CARACTERISTICAS

Algunas orquídeas son especies terrestres, es decir, son naturales del suelo, pero las más comunes viven en las ramas de los árboles y reciben el nombre de epifitas.

Algunas orquídeas son tan pequeñas que necesitan ser apreciadas con cristal de aumento, mientras que otras alcanzan unos 40 centímetros de ancho. Hay especies con un solo brote, es decir que tienen una sola hoja, y otras con docenas de brotes en forma de racimos, unas viven a cientos de metros sobre el nivel del mar, y otras en zonas pantanosas. Emanan diversas fragancias, pero algunas son inodoras o producen malos olores para el ser humano. Su flor tiene tres sépalos y tres pétalos, uno de los cuales se encuentra modificado de modo singular y se llama labelun o labio. Su gran variedad de colores y olores es producto de las múltiples especies y de la hibridación.

NEGOCIO

El hombre siempre ha buscado la manera de darle uso a todo lo que la naturaleza le ha brindado, sobre todo en lo que se refiere al alivio de los males físicos que lo y, n ese aspecto, la orquídea no es una excepción; por ejemplo, se sabe que hace miles de años los aztecas utilizaban algunas especies de orquídeas para curar heridas infectadas. En el México precortesiano, se usaron también diversas especies como ornamentos de los géneros Stanhopea y Laelia, costumbres medicinales que en muchas comunidades indígenas de América todavía se conservan.

Ahora bien, debido a su belleza, las orquídeas tienen gran demanda en el mercado internacional de flores y alcanzan precios en algunos casos exorbitantes, motivo por el cual ha sido y son víctimas de depredación en todos los lugares donde crecen de manera natural.

Si bien es cierto que el cultivo de la orquídea por particulares e industriales (para ser comercializada luego como planta ornamental y para la venta de flor cortada) ha ido en aumento durante los últimos años, esta actividad de gran importancia económica a nivel mundial no ha logrado que la depredación de esta especie sea frenada o que la recolección siga siendo la manera más usada para su obtención.

En el mundo se calcula que hoy en día casi nueve millones de orquídeas y flores de los bosques tropicales son recolectadas con destino a países occidentales y cada día, los que comercian de manera ilegal con esta especie están en búsqueda de una nueva variedad, la más exótica, la más extraña, las mismas que son subastadas en el mercado negro a cultivadores y coleccionistas en miles de dólares.

En el Perú, estas flores se encuentran en la ceja de selva y selva. Lugares como Moyobamba y el mismo Santuario de Macchu Picchu son lugares ricos en población de esta flor. Macchu Picchu, por ejemplo, se tiene más de 100 especies y más de 30 géneros de orquídeas y, en todo el Perú, se han registrado cerca de 1300 especies que representan más de 160 géneros, cantidades que nos hacen privilegiados, y a la vez, responsables de su preservación en su hábitat natural, hecho que se puede lograr sólo mediante una adecuada educación ambiental de los pobladores que viven en las zonas donde crece esta flor, porque son ellos los que generalmente lo extraen para comercializarla.

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Las orquídeas siempre han sido hermosas y durante siglos ello ha sido reconocido así por hombres y mujeres. En el oriente, por ejemplo, entre las primeras cosas que hicieron despertar el interés en esta planta estuvo su fragancia, y el filósofo chino Confucio (551-479 A.C.) se refirió a la orquídea como "la reina de las plantas fragantes". Para la gente del Oriente, la planta es el símbolo de la perfección.

Los admiradores de las orquídeas – gente bravía tanto en el lejano pasado como en la actualidad – se internan en lo profundo de las selvas y en las regiones montañosas de los trópicos, viajan bajo lluvias torrenciales a través de impenetrables junglas pobladas por aborígenes hostiles, serpientes venenosas, animales salvajes e insectos, y se enfrentan al peligro de enfermedades, sólo con el propósito de contemplar la belleza de esta exquisita planta en su ambiente natural.

Desafortunadamente, extensas áreas vírgenes de nuestro planeta han sido devastadas a medida que miles de plantas han desaparecido, cortadas de raíz. Sin embargo, en muchas naciones existen ahora leyes destinadas a prohibir la profanación de sus regiones naturales y a preservar a las especies de orquídeas en peligro.

Uno puede llegar a asombrarse del por qué hay gente dispuesta a poner en peligro su seguridad personal en la afanosa búsqueda de esas elegantes plantas. Como miembro de esa gran familia de aventureros y admiradores de las orquídeas, puedo afirmar que las mismas poseen una belleza, y una delicadeza de forma, que no existe en ninguna otra clase de plantas. Jacques Maritain (1882-1973, el conocido filósofo francés, afirmaba que la belleza era el esplendor inteligible que emana de un todo ordenado y perfecto, mientras que el célebre Santo Tomás de Aquino (1225-74) definía como cualidades intrínsecas de la belleza, a la integridad, la proporción y la claridad.

En un concierto, nuestra alma se siente profundamente inspirada por alguna magnificente pieza musical. Cada uno de los instrumentos musicales de los ejecutantes proporciona su particular sonido a una mezcla total que alcanza la perfección en un conjunto que cada músico, por sí solo, no puede alcanzar.

La orquídea también despliega esta calidad de integridad. Las orquídeas son igualmente obras de arte. La flor de la planta es una sinfonía de elementos en los que cada estructura se interrelaciona con la otra para ofrecer un raro conjunto de belleza. Estructuralmente, la flor está fundamentada en el número tres: tres partes externas y tres partes internas.

Las partes externas, llamadas sépalos, encierran la flor en el capullo (yema) y la protegen. Si usted observa un capullo abierto, las tres partes interiores, llamadas pétalos, se descubren y emergen magníficamente. Cuando usted analiza cuidadosamente los pétalos, notará que uno de ellos es diferente de los otros dos. Tiene una forma distinta y posee un nombre especial: el labio. El labio de la orquídea puede tener un color diferente del de los otros dos pétalos; con frecuencia, los sépalos y los otros dos pétalos son del mismo color.

Una vez que la flor queda a descubierto y se muestra majestuosa ante nuestra vista, somos capaces de mirar más de cerca s su centro y puede notarse otra nueva parte especializada que tiene el nombre de columna. La columna de la orquídea contiene los órganos reproductores de la flor y está coloreada, decorada y conformada para inducir a los insectos a probar el néctar.

Los insectos polinizarán inconscientemente la flor, y la semilla comenzará a crecer en una cápsula. La belleza de la orquídea no sólo deleita los ojos del hombre, sino utiliza al insecto para perpetuar a la orquídea como especie, un proceso que resulta simplemente fascinante.

Cada cápsula contiene cientos de miles de semillas, cuyas dimensiones son tan minúsculas que se encuentran entre las más pequeñas producidas por las plantas florales en todo el mundo. La foto de la página 104 nos puede dar una idea del tamaño de las semillas de las orquídeas, las que pueden ser tan pequeñas como 0,03 milímetros. Algunas cápsulas de las orquídeas Cattleya llegan a tener hasta cinco millones de semillas. Éstas, dado su minúsculo tamaño, no contienen nutrimentos almacenados, aunque la mayoría de las semillas de otras plantas florales poseen cierta cantidad de nutrimentos en su interior.

La germinación de estas semillas tiene lugar por medio de un proceso que es diferente al de la mayor parte de las plantas florales, porque los embriones de orquídeas son, desde un punto de vista anatómico y estructura, extremadamente reducidos, mientras que los de otras plantas florales no lo son.

Las células de los embriones de orquídeas germinan y crecen hasta producir una masa de células llamada protocormo. Estos protocormos, con sus rizoides absorbentes – en realidad estructuras en forma de raíces – pueden o no de inmediato comenzar a producir clorofila, la sustancia necesitada por las plantas para llevar a cabo la fotosíntesis y poder entonces producir sus propios nutrimentos. Pero, para que el protocormo sobreviva, se desarrolle y se transforme en retoño, primero debe establecer una relación simbiótica con un hongo.

El papel que desempeña el hongo es el de suministrar azúcar (nutrimento) al protocormo (especialmente a aquellos que no poseen clorofila). El hongo obtienen el azúcar de secciones del substrato (suelo u otro objeto sólido que sirva de organismo huésped a la planta) de la orquídea, es decir, la corteza de un árbol o el suelo. El protocormo, a su vez, provee al hongo con ciertas vitaminas y un hábitat donde vivir. El hongo vive en área del protocormo y del substrato. Con el tiempo, el joven retoño comenzará a producir sus propios nutrimentos e internamente disolverá y destruirá al hongo para así terminar la relación simbiótica que los asociaba.

Ciertamente, sólo un número bien reducido, de entre los millones de semillas producidas por la orquídea, es capaz de germinar en un medio natural, dadas las rigurosas demandas nutritivas de la semilla. En un medio artificial, uno de los principales problemas en la reproducción y el desarrollo de orquídeas lo sería el reproducir la clase de relación simbiótica que la orquídea necesita, ya que la misma resulta muy difícil de establecer.

Sin embargo, la semilla de la orquídea puede germinar en presencia de azúcar en un cultivo agar, sin necesidad de la presencia de un hongo. El azúcar en el cultivo suministra nutrimentos al protocormo en desarrollo, igual que el hongo lo hace en la naturaleza.

El método agar de cultivo ha revolucionado el proceso de desarrollo de las orquídeas en un medio artificial, pues gracias al mismo ya cada una de las semillas puede fácilmente ser desarrollada hasta alcanzar el tamaño de un retoño. Esto ha incrementado muchísimo el número de orquídeas cultivadas a nivel comercial.

En la actualidad, existe una gran diversidad entre las orquídeas como grupo de plantas. El número de clases de orquídeas, por sí solo, es impresionante: más de 30 000 especies en la naturaleza. Las dimensiones de este grupo hacen de las orquídeas la más grande de todas las familias de plantas florales en el mundo y, al mismo tiempo, desde un punto de vista meramente estructural, una de las más avanzadas.

Se puede viajar a lo largo y ancho de todo el mundo y encontrar muy diferentes clases de orquídeas silvestres desde al Ártico hasta la Antártida. Y enormes cantidades de ellas pueden ser halladas en regiones específicas de nuestro planeta, como las Antillas, América del Sur y Centroamérica. Por lo menos, el 80% del total de especies de orquídeas se encuentran en los trópicos y en las regiones subtropicales. Incluso Norteamérica tiene también su buen número de ellas. Además, algunas clases de orquídeas crecen mejor al nivel del mar, mientras otras crecen maravillosamente en las altas regiones montañosas.

Las personas que gustan de las orquídeas viajan alrededor del mundo para admirarlas. Personalmente he andado en busca de orquídeas por tierras de África, el Ecuador, México, Perú y Puerto Rico. La mayoría de las orquídeas que crecen silvestres son epifitas, es decir, crecen sobre otras plantas, no como parásitas, sino sólo en busca de un sitio de apoyo. Las raíces de la orquídea se aferran al tronco del árbol en que se hospeda y la planta crece así vertical y majestuosamente sobre sus raíces.

Hay también un importante grupo de orquídeas silvestres que crecen en tierra y son llamadas orquídeas terrestres. Calzada con altas botas, mochila al hombro y ropas de caqui, he recorrido durante horas kilómetros de pantanos, resbalosos trillos de fangales, y ríos, en busca de orquídeas. Es maravilloso estar en lo profundo de una jungla tropical y de repente mirar alrededor y, en medio del silencio y el esplendor de la naturaleza, contemplar una flor en toda su magnificencia. Sí, hablo de una experiencia muy semejante a la que me ocurrió cuando descubrí, en Nigeria, África, la especia Angraecum.

Las orquídeas son primeramente distribuidas y clasificadas en tribus y cada tribu, a su vez, en géneros, cada uno con sus características. El último nivel de clasificación es la especie. Hay géneros con mil especies; otros sólo tienen dos o tres. (En cuanto al nombre científico, debe notarse que, si se trata de híbridos, la segunda parte no se escribe con minúscula como establece la nomenclatura científica, sino con mayúscula; por ejemplo, Brassocattleya Tiara, no Brassocattleya tiara).
La familia de las orquídeas no solamente está integrada por el mayor número de plantas, sino también por la más grande variedad en tamaño, forma, textura y color de flor y planta. Las plantas de orquídeas pueden alcanzar una altura hasta de cinco metros o más, o tener escasamente 2,5 cm de alto. Las flores van desde las de tamaño microscópico hasta algunas que llegan a tener 33 cm de diámetro.

También, mientras que algunas plantas producen una sola flor, otras son capaces de dar lugar a miles de flores. Las flores son de los más variados colores, cubriendo toda la gama del arco iris. Algunas son de un solo color; otras son moteadas, veteadas, listadas o manchadas. Algunas plantas florecen sólo una vez al año; otras florecen varias veces al año. Algunos géneros de orquídeas tienen flores fragantes; otros no.

Representativas de las más célebres tribus de orquídeas son las de las Cattleya, Dendrobiu, Phalaenopsis, Oncidium y Vanda. Las Cattleya han sido descriptas como las más populares entre todas las orquídeas. Sus flores aparecen, por lo general, de dos a cinco en un tallo, y sus dimensiones varían entre casi 4 cm y 25 cm. El tiempo de florecimiento ocurre según las estaciones y sólo una vez por año.

El color de las flores de las Cattleya es principalmente el lavanda. Hay algunas pocas de puro color blanco, y otras amarillas, bronceadas, pardo – bronceadas y rojas. Estas plantas son epifitas y crecen naturalmente sobre árboles y rocas en dimensiones que van desde 5 cm a casi un metro de alto. Su hábitat natural es el que se encuentra en las colinas y regiones montañosas de Centroamérica y Sudamérica.

Existen también varios géneros estrechamente relacionados, entre los que podemos mencionar el Brassavola, el Laelia y el Sophronitis, todos los cuales pueden ser fácilmente cruzados con el género Cattleya para formar híbridos.

En la hibridación, diferentes géneros de orquídeas suministran ciertas cualidades al cruce, y el híbrido hereda los patrones de desarrollo y florecimiento de sus géneros progenitores. La persona que desea crear una orquídea híbrida decide primero qué características y cualidades quiere ver presentes en la nueva orquídea que busca desarrollar y determina entonces qué variedades seleccionar para así llevar a cabo el cruce adecuado.

Las Sophronitis contribuyen con colores brillantes e insólitos en la gama de los tonos amarillos, anaranjados y rojos. Las Brassavola ayudan a crear una orquídea de largo y corrugado cuello. Por ejemplo, la Laelia, otro género muy semejante a la Cattleya, aporta al cruce abundantes flores y raros colores. Por su parte, la Cattleya proporciona tamaño y forma al cruce.

Otro género, el Dendrobium, toma su nombre de los vocablos dendro (árbol) y bios (vida). Sus largos ramajes portan muchas flores, la mayoría de las cuales florecen en varios ramilletes, uno tras otro, de manera que la planta permanece florecida durante el transcurso de la mayor parte del tiempo. Sus flores aparecen en variadas tonalidades de lavanda, verde-amarillos, dorados, pardos, además, en el rojo-oxidado y el blanco. El tamaño de las mismas va de entre poco más de un centímetro a 10 cm.

Todas las Dendrobium son epifitas y pueden crecer hasta casi tres metros de latura. El hábitad natural de estas plantas se encuentra en regiones de Asia Occidental, Filipinas, las Islas del pacífico Sur, Australia, Nueva Zelandia, las Indias Orientales, el Lejano Oriente e India. Hay Dendrobium olorosas, y otras de tamaños espectaculares.

Las orquídeas Oncidium son llamadas con frecuencia damas danzarinas o mariposas. Sus flores aparecen en largos remajes que algunas veces caen y otras permanecen erectos. Cada flor individual puede ser tan grande y vistosa como pequeña y delicada. Los ramilletes de las Oncidium llegan a tener hasta 250 o más de esos ramilletes.

Los colores de las flores de las Oncidium varían desde un pálido amarillo a un pardo-dorado a un rosa-púrpura con y sin motas. El florecimiento puede durar por varias semanas. Las Oncidium son epifitas y crecen en gran número sobre los árboles. Se les encuentra silvestres en toda la América tropical, desde la Florida hasta las Antillas, y a través de la América Central hasta el sur de Brasil.

El nombre de Phalaenopsis (de phaluna, alevilla, una mariposa, y opsis, semejante) designa a una tribu de orquídeas que es comúnmente conocida como la orquídea alevilla porque se asemeja estrechamente a esa clase de mariposas. Sus flores crecen en largos y arqueados ramajes que en ocasiones caen elegantemente, portando un buen número de flores hermosamente proporcionadas y de delicados colores.

La mayoría de las flores de esta tribu son blancas o de un rosado lavanda y su tamaño va de casi 2 cm a 12 cm. Las flores, algunas veces, abren todas de una vez, o unas cuantas, poco a poco, durante un período de dos a cinco meses.

Las Phalaenopsis están adaptadas a las condiciones imperantes en la jungla y se les encuentra como epifitas, principalmente en árboles, pero también sobre las rocas. El hábitat natural de esta planta lo hallamos en las Filipinas y en las zonas tropicales asiáticas, así como en Australia y África.

En cambio, las orquídeas pertenecientes a la tribu Vanda (de la palabra sánscrita que significa planta parásita) poseen largos, erectos y arqueados ramajes que pueden llegar a contener hasta 80 flores en cada tallo. Algunas clases de Vanda pueden florecer y producir sólo algunas flores cada vez, mientras otras continúan floreciendo durante varios meses.

Las flores de las Vanda tienen todos los colores, especialmente el azul lavanda y el amarillo-pardo, y su tamaño va de casi 3 cm hasta 16 cm. Algunas plantas florecen en determinada estación del año, otras a todo lo largo del mismo. El hábitat natural de las orquídeas Vanda se encuentra en el Lejano Oriente, las Indias Orientales, la península Malaya y las Filipinas.

Aunque a las tribus de orquídeas descriptas pertenecen por lo menos el 90% de las orquídeas de cultivo, las mismas representan sólo una pequeña porción de toda la familia de orquídeas. Los otros miembros, llamados "botánicos", no se reproducen comercialmente, ya sea porque sus flores no duran largo tiempo, o son muy pequeñas, o tienen una estructura no deseada. Es dentro de este grupo que encontramos a algunas de las más fascinantes de todas las orquídeas.

Un admirador de las orquídeas puede gozarse en la contemplación de sus orquídeas favoritas sin necesidad de tener que viajar a todos los hábitat naturales de las mismas, no importa que se trate de una Cattleya, Dendrobium, Phalaenopsis, Catesetum, o incluso de una Vanda.

Cada tres años, los amantes de las orquídeas de todo el mundo se congregan como asociación para asistir a la celebración de un singular evento que se ha dado en llamar Conferencia Mundial de Orquídeas. Del 5 al 12 de marzo de 1984, se celebró la XI Conferencia Mundial de Orquídeas (auspiciada por la South Florida Orchid Society) en la ciudad de Miami, Florida, EE.UU.

Ese año marcó el 30 aniversario de la primera conferencia que fue celebrada en 1954, en St. Louis, Missouri. Otras conferencias internacionales han sido celebradas en Hawai, Inglaterra, Singapur, Colombia, República Federal de Alemania, Tailandia y Sudáfrica. La última conferencia celebrada en Estados Unidos tuvo lugar en 1966. La asistencia a previas conferencias ha sido de un promedio de 600 a 1 500 participantes, mientras que en 1984 concurrieron alrededor de 7 000 amantes de las orquídeas a la conferencia de Miami. Las personas deseosas de conocer más acerca de las orquídeas suelen asistir a estos eventos. Muchos de los participantes en la conferencia de Miami eran novicios, apenas principiantes en el arte, ansiosos de aprender.

Las actividades programadas giraron en torno a la temática de incrementar la apreciación individual y el entendimiento de las orquídeas. Se llevaron a cabo conferencias educacionales, a cargo de especialistas, en el Centro de Convenciones James L. Knight, sobre temas prácticos, técnicos y científicos, concernientes a estas plantas. También se incluyeron en las actividades de esa semana reuniones de negocios, fiestas y visitas a puntos de interés.

El evento culminante de la conferencia fue una maravillosa exhibición de las más variadas orquídeas de todo el mundo. Legaron flores desde Japón, Nueva Zelandia, América del Sur, los Países Bajos, América Central, Sudáfrica, las Filipinas, Indonesia, Nueva Guinea, Australia, Tailandia y Malasia, así como de muchísimas otras naciones. En el mes de septiembre de 1983, una delegación del Japón arribó a la ciudad de Miami con el propósito de estudiar la organización de la Conferencia, pues la XII Conferencia Mundial de Orquídeas fue planeada para el presente año 1987 en la capital japonesa.

En la exhibición de orquídeas, éstas fueron presentadas individual y colectivamente en un área de alrededor de 10 000 m2. Dentro de esta área general, hubo una espectacular presentación (en 2 000 m2) que reprodujo el hábitat y el ecosistema típicos del Parque Nacional de los Everglades, presentando un pequeño escenario representativo de su ambiente, flora y fauna. Toneladas de roca y arena fueron transportadas para crear el microhábitat a que ya hemos hecho referencia, de manera que se pudo reproducir fielmente el paisaje de aguas herbosas, típico de la región floridana de los Everglades.

Un total de quinientos árboles, entre los que se encontraban gigantescos robles, formaron parte del majestuoso y fidedigno escenario. Treinta mil galones (aproximadamente 112 5000 litros) de agua fueron necesarios para proveer al microhábitad con el elemento esencial a los Everglades. También se creó allí un área destinada a la exhibición de aves. El visitante pudo admirar el escenario desde su interior, así como desde cierta altura, ya que un sistema de sendas, hechas de cedro, con varios niveles, fue construido para elevar la visibilidad hasta más de cuatro metros de altura sobre el nivel del suelo. Guardaparques del Parque Nacional de los Everglades e indios miccosukee participaron de esta presentación.

En la conferencia se pudo gozar de todas las exhibiciones de orquídeas; sin embargo, por llevarse a cabo en la Florida, los asistentes de otras regiones de los Estados Unidos y del mundo tuvieron la oportunidad de observar a las orquídeas en – un medio que les es natural – los variados hábitat de la Florida.

Dentro del propio estado de la Florida, existen 102 especies y variedades de orquídeas que crecen y se desarrollan de forma natural. Alrededor de sesenta de esas especies igualmente existen en Cuba. Sin embargo, pocas especies oriundas de las Antillas, Sudamérica y América Central han sido introducidas en la Florida, ya que sólo en el extremo sur de esa península se presentan las condiciones naturales que pueden permitir el crecimiento de las orquídeas propias de las regiones anteriormente mencionadas. Esa zona del extremo sur floridano ha sido denominada Florida Tropical o Subtropical por algunos.

Ciertamente hay miles de personas más, en todo el mundo, amantes de las orquídeas, gentes que, sin pertenecer a asociaciones o asistir a los congresos de orquideología, dedican su tiempo y esfuerzo a sembrar y cuidar a esas hermosas plantas. Y ello es así porque el cautivante y maravilloso mundo de las orquídeas ofrecen siempre infinitas posibilidades de nuevos conocimientos e íntima felicidad. Y, sobre todas las cosas, ofrece también la inexpresable experiencia de extasiarse en la contemplación de una efímera orquídea, misterioso espejo de la eterna belleza.





















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